- Miles de personas visitaron el Estadio Nacional en el Día de los Patrimonios, el mismo recinto donde se jugaron partidos del Mundial de 1962, se celebraron disciplinas de los Juegos Panamericanos en 2023 y donde hubo entre siete mil y 20 mil prisioneros(as) políticos tras el golpe de Estado. Una de ellas cuenta su historia.
Aún están desarmando la estructura de lo que fue el show de Myriam Hernández en el Estadio Nacional. Más de una decena de personas van y vienen con herramientas y desmontan andamios, recogen cables y guardan parlantes.
Tras la reja divisoria entre cancha y graderías, otras decenas de personas, sobre todo familias, participan de un recorrido por los sitios de memoria del principal estadio del país. Es el Día de los Patrimonios.
Adultos, jóvenes, niñas y niños están en la gradería que, hasta hoy, se conserva como símbolo de la utilización que se le dio al Estadio Nacional entre septiembre y noviembre de 1973: campo de prisioneros y prisioneras políticas. “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”, es el mensaje escrito en uno de sus muros.
Pólvora y miedo
El aire de septiembre de 1973 se tiñó de pólvora y miedo.
De un día para otro, las tribunas que vibraban con goles y gritos de alegría se vieron invadidas por la violencia de la dictadura militar.
De un día para otro, el Estadio Nacional se transformó en un campo de prisioneros que operó sin pausa durante dos meses.
Los pasillos, túneles y camarines, usados por deportistas, se convirtieron en lugares de una violencia brutal. La tortura se volvió una rutina planificada.
Ruth Vuskovic fue solo una de las miles de prisioneras y prisioneros que estuvieron en el Estadio Nacional.
Buscando a su padre
Ruth tenía 25 años para septiembre del 73. Estaba casada y tenía un hijo de apenas ocho meses. La vida, prometedora, se desmoronó el mismo 11 de septiembre.
Su padre, Pedro Vuskovic (nacido en Antofagasta en 1924), era ministro de Economía del gobierno de Salvador Allende; su suegro, Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista (PC).
Esa conexión familiar convirtió a Ruth, días después, en prisionera política detenida en el Estadio Nacional.
La detención no esperó. El 19 de septiembre, efectivos militares llegaron con tanquetas y fusiles, cerrando calles, al domicilio de Quinta Normal donde se encontraba junto a su familia y su bebé.
Los militares estaban buscando a su padre. Al no hallarlo, la detuvieron a ella y, a bordo de un jeep descubierto, la llevaron al Ministerio de Defensa. La escala allí fue breve. Horas después fue trasladada al Estadio Nacional.
Al llegar, el horror se hizo evidente. Apenas tres días antes, en el mismo recinto donde Ruth entraba, habían matado a Víctor Jara. Fue hacinada en un camarín junto a decenas de mujeres, entre chilenas y extranjeras.
Lo retorcido de la dictadura se hacía palpable: en un espacio diseñado para la camaradería deportiva se gestaba la deshumanización con torturas y asesinatos.
En el mismo estadio, Ruth supo que su esposo, Luis Alberto Corvalán, también estaba allí detenido. Hubo momentos fugaces donde permitieron que los prisioneros (separados entre hombres y mujeres) pudieran verse, siempre con una reja divisoria. “Eran instantes muy valiosos”, recuerda Ruth.
En esos momentos, se dio cuenta de toda la violencia que Luis Alberto, hijo del secretario general del PC, había sido víctima en las sesiones de tortura.
En el caso de las mujeres, la situación no era muy distinta. Ruth afirma que la lucha de las prisioneras, más que por la libertad, era por la dignidad y seguridad. “Queríamos que nos llevaran a una cárcel oficial, porque pensábamos que era una forma de salvarse, de estar más seguras”. En noviembre de 1973, Ruth y las demás detenidas, fueron trasladadas a la Cárcel de Mujeres.
Exilio
Alrededor de un mes y medio estuvo Ruth Vuskovic en la Cárcel de Mujeres. El 12 de enero de 1974 entró a la Embajada de México, donde pudo reencontrarse con su padre. Estuvo encerrada otro mes y, a mediados de febrero, la autorizaron para viajar y exiliarse en México.
Esos días todo fue rápido. Le pasan a su bebé sólo un par de horas antes de subirse al avión. Ya tenía más de un año. Durante seis meses no lo había visto. Seis meses donde aprendió a caminar y a decir sus primeras palabras. “Fue terrible que no me reconociera al verme”, cuenta.
Llegó a México. Meses después arribó Luis Alberto y emprendieron viaje hacia Bulgaria, donde su marido se perfeccionaría en agronomía.
Pero esa estadía europea fue fugaz. Como consecuencia directa de las torturas, en octubre de 1975, el ingeniero agrónomo falleció. Tenía 28 años. Ruth apenas 27 y toda una vida por delante.
Ruth y su hijo retornan a México, donde estaba su familia. Allí vivió hasta poco después del plebiscito de 1988, cuando decidió retornar a Chile. No así su hijo, quien continúa residiendo en México.
Batalla por la memoria
“Por aquí estuvimos detenidas con las compañeras”, dice Ruth mientras guía a un grupo de visitantes que recorren los distintos sitios de memoria del Estadio Nacional.
Ruth Vuskovic, como exprisionera e integrante de la ‘Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional Ex Prisioneros Políticos’, es una de las guías y destaca el trabajo que están haciendo como agrupación para que familias recorran los sitios de memoria del recinto deportivo y conozcan la historia de lo vivido allí los dos primeros meses tras el golpe militar.
“La vida y la muerte son inseparables, van juntas. Aquí (Estadio Nacional) hubo prisión, hubo exterminio, pero también hubo vida. Un ejemplo de ello es que los detenidos(as) hicieron artesanías y dichas obras son un testimonio de construir vida en las peores circunstancias”, dice.
Todos los días
16:00 horas del domingo, última jornada del Día de los Patrimonios. Niñas, niños y adolescentes, acompañados de sus padres, disfrutan los últimos minutos de juego en los espacios del estadio. La estructura, que tiene casi 90 años desde su inauguración, es imponente y asombra a todos los que ingresan.
El estadio comienza a volver a su silencio. Los parlantes y cables del show de Myriam Hernández ya no están. Afuera, unos pocos vendedores ambulantes ofrecen dulces y bebidas. El fútbol regresará en breve. ¿La memoria? Todos los días.
Artículo originalmente publicado el 9 de junio de 2025 en el diario La Estrella.